Papeles volando, una princesa indignada y un embajador al borde de la neurastenia, el coreógrafo explicándose a gritos, incluso un aficionado siguiendo los ataques de la percusión sobre la cabeza de un crítico; y el compositor escuchando detrás del cristal. El ballet de La consagración de la primavera, con música de Igor Stravisnky, coreografía de Váslav Nijinsky y producción de Serguéi Diáguilev. El 28 de mayo de 1913 en Paris tuvo lugar un “espectáculo extraño, una barbarie trabajada, que el público del [Teatro] Campos Eliseos acogió sin respeto”, al menos eso dejó dicho el corresponsal de Le Figaro, llamado Henri Quittard. La crítica musical de este periódico, junto con la del buen gusto oficial parisino, cargaron las tintas contra esta obra que influyó en el jazz posterior, la música experimental y la electrónica.
Si se trata del último episodio de burguesía escandalizada por las vanguardias históricas no viene al caso cuando tres años después se fundaba Dadá en Zurich. Sin embargo, sí se ha de anotar que entre los asistentes al estreno estaban Jean Cocteau, Coco Chanel o Pablo Picasso, quien en 1913 estaba llevando a cabo su propio avance sobre el cubismo. Se esperaba un escandalazo. La crítica de Le Figaro estalló en bilis contra Nijinski: “No tiene nada que decir (…) sus composiciones cada vez van a parecer un poco más ridículas, está muy claro que no es su culpa”. La batalla estaba servida hacía tiempo, y ya se sabía que las vanguardias llegaban a cambiar a la burguesía desde dentro de la burguesía. Los resultados de esa tarea no vienen al caso hoy.Nijinski, el coreógrafo, que trabajó La Consagración de la Primavera durante extenuantes jornadas, dispuso unos movimientos a la altura de la música: imprevisibles, salvajes, tiernos y reales. El sentido de primitivo que la crítica ha adoptado a menudo como sinónimo de arcaico porque no se ciñe a la tradición occidental, explota en la obra en una serie de movimientos que tienen tanto de primitivo como de pasos hacia un momento primordial o divertirse casi hipnotizado en una fiesta eslava o una rave. Primitivo también como lo es comer, beber y ese tipo de cosas. Y primitivo como pueden serlo la violencia y la muerte.La escenografía y el vestuario de Nikolai Roerich, perfectamente modernas a su modo, y las escenas de erotismo, demasiado implícitas hoy para que un vistazo rápido nos lleve al archivo social del sexo, también contribuyeron a que la platea se volviese irrespetuosa, en palabras de los representantes de la Academia. La representación, no obstante, terminó, y cuentan que incluso se oyeron tímidos aplausos al final.
• Crónicas The Time de Londres, tras el estreno de Las Cinco Piezas para orquesta, de Schönberg.
Como la pulverización de la tonalidad creo un sentimiento de inseguridad.
La pieza evoluciona el concepto de "cromatismo total" y fue compuesta cuando Schönberg atravesaba una intensa crisis personal y artística, lo cual se ve reflejado en las tensiones y la violencia, en ocasiones extrema, de la partitura. A momentos inestable e inquietante, la música posee un paralelo particular con el movimiento expresionista de la época, en particular su preocupación por el subconsciente y la locura incipiente.
La obra fue recibida con azoramiento por parte de la prensa y el público. No había mucha
gente entonces que comprendiera el nuevo lenguaje. Ahora que han pasado muchos años, comprendemos mucho mejor los nuevos sonidos y procedimientos.
Estos textos se podrían resumir en una frase: El miedo a las nuevas ideas.
• John Cage
Para él no era nada malo innovar el pensaba que no era necesario destruir el pasado que al cambiar las cosas no era necesario perderlas y el veía el pasado como algo que se había ido pero que podía volver en cualquier momento. Él no entendía porque la gente se asustaba de las nuevas ideas, a él le asustaban las viejas.
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